¿Cómo distinguir entre una bondad de carácter natural, sin grandes méritos, y una bondad adquirida por mérito propio?
Abraham se destaca por su jesed, por su gran deseo de ayudar, hasta en el mínimo detalle, a quienes lo necesitan y a todos los que puede beneficiar. Se preocupa del bienestar físico y espiritual de todo el mundo y pide incluso por los malvados, por los habitantes de Sdom.
Esta gran bondad podría ser resultado de su carácter natural. ¿En qué momento se distingue la bondad de Abraham? En el momento en que debe limitarla.
Hashem declara la grandeza de Abraham, cuando muestra que es capaz de hacer lo contario de la bondad, en akedat Itzjak.
La akedá hubiera sido un difícil nisayon para cualquiera, pero para Abraham lo era infinitamente más. Para Abraham, con su inmensa bondad, nada es más difícil que cumplir este mandato Divino, de hacer lo contrario de la bondad con su propio hijo.
Esta capacidad de Abraham, de limitar su bondad cuando es necesario, muestra que no es una bondad natural, sino una cualidad elaborada que se mantiene bajo control.
En la vida cotidiana, no existen pruebas a ese nivel. ¿Cómo notar la calidad de bondad de cada persona?
También eso lo aprendemos de Abraham que insiste y pide por los habitantes de Sdom, hasta comprender que ya no tienen esperanza y no puede hacer nada más por ellos.
Dice la Torá, que en el momento en que Abraham deja de pedir por Sdom “Abraham volvió a su lugar”.
“Volver al lugar” significa volver al estado emocional anterior a la desesperación por ayudar. Cuando Abraham se da cuenta que no puede hacer nada más por Sdom, acepta y se calma.
La desesperación por ayudar, sin aceptar las limitaciones humanas, demuestra que no es una bondad por elección, sino una bondad ciega, una cualidad natural de la persona − sin tanto mérito.
La bondad que proviene de un desarrollo personal, se distingue por la capacidad de aceptar, con tranquilidad, la incapacidad de ayudar.