Para cambiar y no repetir una actitud negativa, es importante entender qué midá la provoca. El intento de no hablar lashon hará, por ejemplo, sin corregir la raíz emocional que incita a la persona a hablar mal de otros, está destinado al fracaso.
Nuestros sabios nos enseñan que la tzaraat (lepra) se producía como consecuencia de hablar lashon hará. Y cómo la consecuencia de una averá es siempre su método de reparación, se puede concluir que la tzaraat, y todo el proceso de purificación que implica, es el método para reparar la midá, que provoca que se hable mal de otros.
¿Cuál es esa midá?
Dice el Jafetz Jaim que esa midá es la gaavá – el orgullo. Si estuviese consciente de sus propios defectos, no se fijaría y no hablaría de los defectos de los demás.
El proceso de purificación es humillante, para que baje la cabeza – y entienda por las malas, lo que no quiso entender por las buenas.
Hoy, la tzaraat ya no existe. Hashem está más oculto y las consecuencias espirituales de nuestros actos dejaron de ser tan evidentes.
¿Qué podemos hacer hoy, para corregir la midá de gaavá?
La Torá menciona, como uno de los procedimientos de purificación, del que sufre de tzaraat, que tiene que declarar públicamente que está impuro: “Vetamé tamé ikrá“.
La guemará establece en este versículo que, a veces, el que está enfermo tiene que hacérselo saber a sus conocidos, para que recen por él.
La misma idea se aplica para cualquier otra necesidad. Es muy importante ser independiente y autosuficiente. Pero también es importante saber pedir ayuda, cuando esta es necesaria.
Reconocer que necesitamos ayuda, es un ejercicio para reparar la midá de gaavá. De esa forma podemos ser mejores, por las buenas.