El estudio de la Tora es cada vez más asequible. Jóvenes y adultos alrededor del mundo, dedican su tiempo a profundizar en la infinita riqueza de la Torá.
Este gran movimiento mundial tiene el potencial de provocar un verdadero cambio en las personas y, por consecuencia, en el mundo entero.
La guemará dice que la Torá es el antídoto para el yetzer hará. El motor que propulsa el cambio interno – es el estudio de la Torá.
Sin embargo, dice el Rav Yerujam que se necesita una condición para que el estudio produzca un impacto en la personalidad: que el estudiante esté verdaderamente abierto a escuchar el mensaje de la Torá.
Es difícil ver la realidad con objetividad. Vemos lo que queremos ver e ignoramos lo que no coincide con nuestros intereses. Un antisemita, por ejemplo, va a “ver” siempre de modo negativo todo lo relacionado con los judíos.
Marcando las infinitas diferencias, cuando una persona estudia Torá sin estar entregado a ella, no vé los mensajes que le ayudarían a cambiar.
Es más, una persona puede dedicar su tiempo y sus fuerzas para estudiar con profundidad todos las secciones de la Torá y dejar solo un tema sin estudiar… justo el tema que necesita para mejorar su personalidad.
Nuestra parashá, Parashat Bamidbar, que cae casi siempre antes de la fiesta de Shavuot, empieza relatando la enumeración del pueblo judío que se hizo “bemidbar Sinai” – en el desierto de Sinai.
¿Por qué es importante describir el lugar en que se encontraban?
Para llegar a Sinai y recibir la Torá, necesitamos sentirnos como en un desierto: sin ideas predeterminadas o intereses egoístas.
Cada vez que abrimos el libro para estudiar y nos acercamos al Monte Sinai, tenemos que estar sedientos como en un desierto, para absorber las palabras del Creador.