Por Rav Igal Snertz
Se invierten años de esfuerzo en la educación de los hijos y los alumnos. Se buscan todos los medios para aumentar sus conocimientos y desarrollar sus habilidades mentales. Algunos niños privilegiados, tienen el mérito de aprender también en qué forma conectarse con Hashem. Pero todo eso no es suficiente.
Bilam era un gran sabio, con un nivel de comunicación tal con Hashem, que pocos alcanzaron en la historia. Sin embargo, fue una de las personas más negativas.
La mishná (Avot 5) dice que Bilam es el ejemplo, por excelencia, de las malas midot. Las tres raíces, de las cuales se derivan todas las malas midot, se encontraban en él.
Abraham, es justo el ejemplo opuesto: tenía las tres raíces de las cuales se derivan todas las buenas midot.
Sobre esto, la mishná agrega una idea increíble: Todo el que tiene buenas midot se considera alumno de Abraham Avinu, y todo el que tiene malas midot, se considera alumno de Bilam.
La diferencia entre los dos, no se encuentra en su sabiduría ni en su nivel de conexión espiritual. La diferencia se encuentra en sus midot.
Si le trasmitimos a un niño conocimientos, si le enseñamos a cómo conectarse con Hashem, pero no lo instruimos a cómo desarrollar buenas midot, puede ser que estemos criando un nuevo alumno de Bilam.
La tarea de educar para las buenas midot, no es otro tema de estudio: es lo que hace la diferencia.