Por Rav Igal Snertz
וְלֹא תוֹנוּ אִישׁ אֶת עֲמִיתוֹ וְיָרֵאתָ מֵאֱלֹקֶיךָ כִּי אֲנִי ה’ אֱלֹקיכֶם
Lastimar al prójimo verbalmente es una prohibición de la Torá que se llama “onaat dvarim” y se aprende de esta parashá, del pasuk “lo tonú ish et amitó“.
La “onaá” es también el término que utiliza la Torá sobre la prohibición de engañar al prójimo en los negocios, lo que llama mucho la atención.
¿Por qué la prohibición de ofender, se desprende de una palabra que significa “engañar”?
Todos reconocen que no es ético humillar y ofender al prójimo y, sin embargo, es algo que sucede frecuentemente.
¿Cómo es posible que una persona que es buena en general, que cuida su conducta en el resto de las áreas, tropiece justo en eso y haga sentir mal al prójimo, sin darse cuenta?
A veces, existe un interés oculto de lastimar al prójimo. Reprocharlo por algo que está haciendo mal y creerse un tzadik por eso, sin reconocer que su motivación, es sentirse superior.
Con un mensaje disfrazado, como buscando el bien del otro, puede lastimar mucho.
La prohibición de no dañar al otro incluye también la obligación de hacer una introspección sincera, para reconocer nuestros intereses ocultos. Al igual que está prohibido engañar en los negocios, está prohibido lastimar, justificándose con el “engaño” de hacer lo correcto.
La buena voluntad no alcanza para motivar a la persona a buscar sus intereses profundos. Se necesita yirat Shamaim. Con el prójimo podemos justificarnos, pero frente a Hashem no hay engaños. Es por eso que este pasuk termina diciendo: “Temerás a tu Di’s”.