Pedimos ser juzgados para bien, que nosotros y nuestras familias seamos inscritos en el libro de la vida y la brajá.
Al final de la parashá, está escrito qué hacer para merecerlo:
“Atestiguo al cielo y la tierra: la vida y la muerte presento frente a ti, la brajá y la clalá. Elige la vida, para que vivas tú y tu descendencia”.
La mayoría de las veces, los sentimientos, pensamientos y actitudes del ser humano, son reacciones involuntarias − no son producto de una decisión.
Cada persona reacciona automáticamente con sus midot, sus valores y sus experiencias vividas, frente a las circunstancias que se le presentan.
Podemos justificar toda reacción autodestructiva y decir que las circunstancias la provocaron. “Estoy enojado porque me faltaste el respeto”, “soy inseguro porque fui muy criticado en mi infancia”.
Las circunstancias del presente o del pasado son una prueba no siempre fácil de superar, pero negar la posibilidad de sobreponerse, significa negar la esencia de la vida: elegir.
“Elige la vida”: elige ser protagonista de tu propia vida y no una víctima de las circunstancias, que no dependen de ti. Elige cómo sentir, en qué pensar y quién quieres ser.
Es un proceso largo, con altos y bajos – pero lo importante, es tomar la decisión:
“Elige la vida, para que vivas tú y tu descendencia”.