Por Rav Igal Snertz
וַיְדַבֵּר מֹשֶׁה אֶל ה’ לֵאמֹר: יִפְקֹד ה’ אֱלֹקי הָרוּחֹת לְכָל בָּשָׂר אִישׁ עַל הָעֵדָה:
(במדבר פרק כז פסוקים טו- טז)
Moshé sabe que está por morir y le pide a Hashem designar un nuevo líder para que guíe al pueblo, en los futuros momentos críticos, al entrar a Eretz Israel.
¿Qué requisitos necesita un líder? ¿Debe ser carismático, inteligente?
En ese momento, Moshé llama a Hashem “Elokei Harujot” – el Dios de los espíritus. Tú, Hashem, sabes lo que quiere cada persona, sabes que cada una tiene un espíritu diferente. Escoge, Dios, un líder que sepa tolerarlos a todos, que sepa contener los deseos de cada uno (Rashi).
Moshé menciona un solo requisito para el líder ideal: que sepa entenderlos a todos.
Hashem le da la razón a Moshé y le dice:
קַח לְךָ אֶת יְהוֹשֻׁעַ בִּן נוּן אִישׁ אֲשֶׁר רוּחַ בּוֹ
(פסוק יח)
Toma a Yehoshúa, un hombre que tiene ruaj, que sabe hacer frente al espíritu de cada persona (Rashi).
Se acostumbra a decir que no podemos juzgar, que debemos ponernos en el lugar del otro. Sin embargo, existen ciertas actitudes de las personas que nos rodean, incluso de nuestros seres queridos, que no podemos entender, que están, según nuestra visión, completamente fuera de la norma.
En realidad, lo correcto es comprender. No justificar. Alguna actitud puede no ser correcta y se debe cambiar, pero, a la vez, es necesario analizar la debilidad que le provocó esa actitud a la persona, y saber cómo enfrentarla hasta que la supere.
Ser un líder de Am Israel no es un beneficio: es un trabajo. El líder le da a cada uno lo que necesita y tiene la capacidad de entenderlo a la perfección.
Nosotros, personas normales, no líderes de Am Israel, quizás no podamos llegar a la perfección, pero debemos intentarlo, en nuestra casa, en nuestro trabajo y en nuestras relaciones interpersonales, familiares y sociales.
Entender, no a algunos, no a los que calzan dentro de nuestros parámetros, sino a todos.