Por Rav Igal Snertz
En esta parashá termina el libro de Shmot, el libro de la geulá, desde la esclavitud del pueblo judío, en Egipto, hasta que se concreta la salvación y reposa la Shjiná, en el Mishkán.
“Pkudei” – la cuenta de todo lo que se donó para la construcción del Mishkán, debe ser muy meticulosa, para tomar la responsabilidad, en cada detalle, de esa importantísima labor.
Ser atento y responsable es la midá más importante. En caso contrario, la persona “liviana” e inmadura, que tiende a pensar menos y a no darle importancia a las cosas, termina abandonando sus obligaciones y perjudicando su vida.
Sin embargo, todas las midot tienen un punto medio, lo que significa que también ser meticuloso y atento en exageración, es negativo.
¿Cuándo es positivo ser “liviano” y dejar de pensar demasiado en las cosas?
Mientras las midot no sean equilibradas, algunas circunstancias de la vida pueden activarlas, y despertar sentimientos negativos. Una molestia puede despertar frustración, angustia o ansiedad.
La pregunta es cuánto tiempo dura ese sentimiento desagradable. Con qué facilidad puede cada uno dejar pasar, olvidar y seguir adelante.
Estar atento, analizar y ser meticuloso con nuestras obligaciones, es muy importante. Tal como había que ser cuidadoso con la construcción del Mishkán. Pero no siempre hay que seguir pensando y analizando los sentimientos negativos, que se despiertan en nuestro interior.
“Todo el que deja pasar sus midot, le dejan pasar sus pecados“, dicen nuestros sabios. Cuando se despierta una midá no equilibrada, como el enojo, no se queda enganchado en su molestia, pensando y analizando − la deja pasar.
Es responsable con sus deberes y se desentiende de sus molestias. Es eficiente y feliz.