Por Rav Igal Snertz
Los hermanos de Yosef se quedan sin palabras por la vergüenza, cuando él se revela frente a ellos.
Yosef, por su lado, no solo los perdona, sino que trata de convencerlos que todo fue para bien. Incluso termina agradeciéndoles, por haber provocado que él llegue a Egipto y pueda estar ahí, para repartir alimentos en los años de sequía.
En lugar de acusarlos por haberlo vendido, les agradece. ¡Hasta que nivel llega la obligación de hacer sentir bien al otro!
Se suele pensar que es mejor no recibir algo a cambio de nuestros favores. Es mejor dar sin esperar nada a cambio. Sin embargo, enseña el Rav Yerújam en esta parashá, que si aceptamos recibir de la persona a la cual ayudamos, le permitimos sentirse mejor.
La persona orgullosa no es, necesariamente, egoísta. Al contrario, puede ser que le guste dar y se niegue a recibir, porque esa actitud alimenta su sensación de superioridad: “yo soy, o tengo, más”.
Hashem quiere darnos todo el bien y nosotros no podemos darle nada a cambio. Sin embargo, Hashem se comporta con humildad y nos permite hacer cosas por Él. Porque esa es una bondad completa.
Hashem ilumina el mundo, y nos permite “devolverle” con la luz de la menorá, para que nos sintamos bien.
Dar sin esperar nada a cambio es un principio importante, siempre y cuando eso es lo mejor para la persona a la cual se está ayudando. En muchos casos, aceptar recibir es parte del dar.